Inclusión de IA en procesos de enseñanza Experiencia EPS Informática Metodologías Invertidas
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Al inicio del ciclo escolar, nos encontramos con estudiantes del perfil de Educación Profesional Secundaria, un nivel dirigido a adolescentes y jóvenes de 15 a 18 años que, tras completar la educación primaria, no se integraron en la Educación Secundaria Obligatoria o se desvincularon por al menos un año, perdiendo su condición de alumnos regulares. Este nivel también incluye a quienes han repetido al menos dos veces un año escolar. El principal desafío ha sido abordar tanto las problemáticas emergentes de la educación actual como la integración con el área de informática. Muchos estudiantes que nunca habían interactuado con una computadora ahora deben enfrentarse a la programación y al uso de software especializado. Este informe analiza los aciertos y errores en nuestras prácticas didácticas, ofreciendo una base para mejorar la integración tecnológica en la educación. Las estrategias clave que emergen incluyen la incorporación de inteligencia artificial y la inversión en la adaptación de los procesos de práctica y fundamentación para el abordaje de contenidos específicos. Estas acciones buscan optimizar la experiencia educativa y asegurar una transición efectiva hacia el uso de tecnologías avanzadas.
La educación profesional secundaria es un verdadero desafío, ya que nace como respuesta a una problemática evidente en nuestro sistema educativo: la desconexión entre las habilidades que demanda el mundo laboral y las que se enseñan en las aulas. Pero hoy no vamos a centrarnos en todos los aspectos estructurales de este sistema, sino en el problema didáctico que enfrentamos diariamente como docentes.
Nuestros estudiantes, por sus circunstancias, no habían tenido ningún contacto previo con dispositivos tecnológicos. Muchos de ellos jamás habían encendido una computadora, y nuestra tarea era guiarlos desde el nivel más básico de habilidades digitales y pensamiento computacional, hasta llegar a la programación avanzada, el manejo de algoritmos, bases de datos, desarrollo web y hasta el testing de aplicaciones. Y todo eso, dentro de un marco de tiempo limitado y en un contexto lleno de restricciones.
El desafío de enseñar
Uno de los primeros problemas que enfrentamos fue la falta de recursos tecnológicos. No es fácil enseñar informática cuando no se tiene acceso a las herramientas básicas, pero esa era nuestra realidad. Sin embargo, cuando finalmente conseguimos computadoras a través de los pisos tecnológicos y las netbooks del programa Conectar Igualdad, sentimos que, al menos, el viaje podía comenzar.
Nuestro enfoque fue el de una planificación transversal y por proyectos, tratando de integrar las diferentes áreas de la informática de manera que los estudiantes pudieran relacionarlas de forma práctica. Sin embargo, desde el principio supimos que algunas habilidades requerían algo que no podíamos controlar completamente: tiempo, recursos y mucha práctica. Enseñarles a manejar bases de datos o desarrollar una página web no es algo que se pueda lograr en una clase magistral. Requiere de experiencia constante.
La brecha entre lo ideal y lo posible
Uno de nuestros objetivos principales era que, al finalizar, los estudiantes estuvieran preparados para realizar prácticas en empresas y, eventualmente, insertarse en el mundo del trabajo. Sin embargo, ese objetivo se nos antojaba casi inalcanzable en las primeras etapas. ¿Cómo enseñarles a nuestros estudiantes a utilizar herramientas avanzadas si no tenían la más mínima experiencia previa con ellas?
Nos encontramos entonces con una realidad muy familiar en las entrevistas de recursos humanos: la temida pregunta “¿Sabes utilizar tal herramienta o conoces tal tema?”. La respuesta habitual de muchos es un tímido "no", y lo que suele recomendarse es responder algo como “Sí, lo manejo” y luego apresurarse a aprenderlo antes de que sea un problema. Pero nosotros tomamos otro camino. Enseñamos a nuestros estudiantes a decir con confianza: "No lo conozco, pero tengo la predisposición para aprenderlo. Eso no será un problema."
Aprender haciendo: el corazón de nuestra estrategia
Así fue como posicionamos a nuestros estudiantes en ese lugar: ya sabíamos de antemano todas las dificultades que traían consigo, todos los vacíos en los contenidos previos. Pero también sabíamos que eso no importaba tanto como su actitud hacia el aprendizaje. Lo que verdaderamente importaba era aprender haciendo. Y así, comenzamos a hacer, mucho, sin detenernos a reflexionar demasiado en las primeras etapas, porque lo urgente era practicar, hacer, y repetir. Solo cuando la práctica estaba en marcha nos deteníamos brevemente, porque no olvidábamos que estábamos en una escuela, y en esa pausa le poníamos nombre a lo que habíamos aprendido. “Esto es una variable”, les explicábamos. “Esto que estamos usando es memoria RAM”, o “Estos periféricos nos ayudaron a completar tal tarea”.
Un año de transformación
Este enfoque nos llevó todo un año. Fue un año lleno de esfuerzo, tanto para los estudiantes como para nosotros, los docentes. Al finalizar, decidimos medir nuestro avance de la única forma que tenía sentido: con un examen práctico. Un examen que duró cuatro horas.
La transformación que vimos fue radical. Estudiantes que al inicio no podían resolver operaciones combinadas básicas ahora abordaban ejercicios complejos con entusiasmo y confianza. Se prepararon con alegría, no porque el examen fuera una carga, sino porque sabían que eran capaces de superarlo. Lo más sorprendente fue que ellos mismos habían establecido su propio ritmo de aprendizaje. El tiempo lo pusieron ellos. Los criterios, también. Los ejercicios surgieron de la práctica diaria, y el proceso de aprendizaje, lejos de ser teórico, fue tangible, concreto y superador de cualquier expectativa.
Un aprendizaje para la vida
Al final de ese primer año, el cambio fue evidente. No solo habían aprendido informática. Habían aprendido algo mucho más valioso: a aprender. Sabían que, aunque no conocieran una herramienta o programa específico, podrían enfrentarlo con la actitud correcta. Y esa actitud, esa capacidad de abordar lo desconocido con confianza, es algo que los acompañará mucho más allá del aula.
La educación profesional secundaria nos planteó grandes retos. Nos enfrentamos a la falta de recursos, a la presión del tiempo y al desconocimiento de nuestros estudiantes. Pero, con un enfoque centrado en la práctica constante y en la voluntad de aprender, logramos que los jóvenes dieran un salto inmenso. Pasaron de no conocer una computadora a desarrollar habilidades complejas, listas para aplicarlas en el mundo real. Y, al final del día, lo que más nos enorgullece no es que aprendieran a programar, sino que aprendieran a enfrentar los desafíos con la certeza de que siempre pueden seguir aprendiendo.
El análisis de la experiencia de Educación Profesional Secundaria se enmarca en un enfoque constructivista y basado en la acción. Este posicionamiento sostiene que los estudiantes construyen su propio conocimiento a través de la práctica y la resolución de problemas reales. Aquí, el aprendizaje no se centra únicamente en la transmisión de conocimientos por parte del docente, sino en la capacidad de los estudiantes para aprender haciendo.
La práctica ocupó un lugar fundamental, permitiendo que las dificultades se convirtieran en oportunidades. Los estudiantes enfrentaban un contexto complicado: la falta de contacto previo con tecnología. Sin embargo, la enseñanza se orientó a la construcción gradual de habilidades, desde lo básico hacia lo avanzado. Este enfoque está en línea con el aprendizaje por descubrimiento de Bruner, donde los conceptos no solo se aprenden, sino que se descubren y comprenden a través de la experiencia directa.
El papel de los estudiantes en la práctica
Los estudiantes se convirtieron en protagonistas activos. A pesar de las barreras, se les alentó a asumir una actitud de confianza y predisposición para el aprendizaje. El foco no estuvo en lo que no sabían, sino en su capacidad de aprender lo que fuese necesario. Así, exploraron el uso de las tecnologías con una mentalidad abierta, dispuestos a experimentar y equivocarse, pero siempre enfocados en aprender.
Por su parte, los docentes adoptaron un rol de facilitadores, alejándose del modelo tradicional de transmisores de conocimiento. Guiaron a los estudiantes en el proceso de descubrimiento y práctica, centrándose más en la aplicación de la tecnología que en la enseñanza teórica. Esta transformación en el rol del docente fue clave para el éxito del enfoque práctico.
El papel de los medios y tecnologías digitales
Las tecnologías digitales jugaron un papel crucial como herramientas de acceso al conocimiento. A pesar de las dificultades iniciales, el uso de las netbooks del programa Conectar Igualdad y los “pisos tecnológicos” permitió poner en marcha el proceso de aprendizaje. Estas herramientas no solo fueron importantes como recursos de enseñanza, sino también como objetos de aprendizaje. Los estudiantes no solo aprendieron a usar la tecnología, sino que la dominaron para enfrentar futuros desafíos laborales.
Sentido de la planificación de la práctica
La práctica se planificó con un objetivo claro: superar barreras, tanto tecnológicas como de habilidades. No solo se trataba de enseñar informática, sino de preparar a los estudiantes para el mundo laboral. El enfoque no solo incluía habilidades técnicas (como programación o bases de datos), sino también habilidades blandas, como la capacidad de aprender rápidamente y la adaptabilidad.
Este enfoque pragmático se ajustó a la realidad del contexto, priorizando la práctica constante como el principal medio de aprendizaje. Los conceptos teóricos se introdujeron más adelante, una vez que los estudiantes ya habían experimentado con las herramientas.
Desarrollo y transformación de la práctica
Al inicio, la idea era ofrecer una planificación tradicional y transversal, basada en proyectos. Sin embargo, pronto quedó claro que se necesitaba un enfoque más flexible, que permitiera a los estudiantes aprender a través del hacer. El desarrollo de la práctica fue un proceso de ensayo y error, donde la práctica constante fue la clave. La teoría fue tomando forma de manera gradual, cuando los estudiantes ya habían adquirido cierto dominio práctico.
Esta transformación no solo cambió la idea original, sino que también redefinió el proceso de enseñanza-aprendizaje. El objetivo pasó de enseñar contenidos específicos a garantizar que los estudiantes pudieran aplicar lo aprendido en contextos reales.
Descripción de las tecnologías utilizadas
Las principales herramientas utilizadas fueron las netbooks del programa Conectar Igualdad y los dispositivos proporcionados por los “pisos tecnológicos”. Estas tecnologías permitieron a los estudiantes trabajar con software de desarrollo web, programación y bases de datos, entre otros.
Criterios de elección de las tecnologías
Los criterios para seleccionar estas tecnologías incluyeron su accesibilidad y disponibilidad en la institución. Las netbooks, por ejemplo, ya estaban presentes y fueron esenciales para implementar el enfoque práctico. Además, se valoró la versatilidad de las herramientas, ya que podían soportar tanto software básico como avanzado.
Un criterio crucial fue la licencia de uso y el acceso gratuito a las aplicaciones empleadas, como las de código abierto, lo que facilitó su implementación sin costos adicionales.
Tiempo de preparación de las tecnologías
La preparación y gestión de las tecnologías demandó un esfuerzo considerable. Poner en funcionamiento las netbooks y gestionar la instalación del software necesario fue un proceso lento, especialmente debido a la falta inicial de recursos técnicos. Además, tanto docentes como estudiantes necesitaban tiempo para familiarizarse con las herramientas.
Conocimientos previos requeridos
Aunque los estudiantes no tenían conocimientos previos en informática, se adoptó un enfoque de aprendizaje por inmersión, donde adquirían habilidades de manera práctica. Los docentes, por su parte, necesitaban conocimientos técnicos básicos para guiar a los estudiantes, pero también se fomentó un aprendizaje colaborativo entre ambos, lo que permitió construir habilidades conjuntamente.
Relación con el contexto
La necesidad de esta práctica surgió de la demanda del contexto laboral, que requiere habilidades tecnológicas en constante expansión. Los estudiantes no tenían acceso previo a tecnología, por lo que cerrar esa brecha se convirtió en una prioridad. Además de las competencias técnicas, se buscó fomentar habilidades como la capacidad de aprendizaje autónomo, esenciales para su inserción laboral.
Organización institucional
A nivel institucional, el desarrollo de la práctica fue posible gracias a los programas estatales de acceso a la tecnología, como Conectar Igualdad, y la disponibilidad de los “pisos tecnológicos”. También se coordinaron prácticas profesionalizantes con empresas locales, conectando el aprendizaje en la escuela con las demandas del mercado laboral.
En conclusión, esta experiencia muestra cómo, a pesar de las limitaciones, el aprendizaje basado en la práctica y el uso de tecnologías accesibles permitió cerrar brechas tecnológicas y preparar a los estudiantes para los retos del mundo laboral.
Bibliografía y Registro de Experiencia
Presentación: Virtual.
Ciudad/distrito y región educativa: Mar del Plata, General Pueyrredón. Región 19.
Institución educativa: Escuela Profesional Secundaria especialidad Informática con sede en EES N°24.